Si no llegas te espero, desde tiempo y por mucho
Cuando apareces me sonrío, sonrojo
Tú con tus ojos, con tu actuar tímido de actriz de tablas
Tus labios rojos y blanca [rojiza] piel
Tú y tú caminando juntas, caminando solas, caminando bellas
Tarareando la alegría [ironía]
Tu pelo oscuro, tus ojos bellos [negros] y grandes
Yo te veo, lo disfruto, balbuceo y vuelvo a sonreír
Eres guapa ya lo he dicho [en otros términos]
Eres lindísima ya lo he dicho [en esos términos]
Cuánto te espere, cuantas horas, quizás muchas [17.548]
Te lo digo en minutos un millón cincuenta y dos mil seiscientos cuarenta
Las mismas veces diré que te quiero
Las mismas veces diré que te quiero
Las mismas veces diré que te quiero
Lo escribiría un millón cincuenta y dos mil seiscientos cuarenta veces, pero eso es tedio
Te besaría las mismas veces, los labios no aguantarían
¿Quieres pasar conmigo el próximo millón de minutos?
Los seiscientos cuatro mil segundos que separan las semanas se alargan y me haces mirar el reloj, contar el segundero, sufrir el minutero.
Veinte seis millones de segundos me pedias que esperara, lo haría [más de una vez]
lunes, 17 de agosto de 2009
Tú y nada más
Dormir junto al amor
Es soñar en sueños
Es besar tus besos
Es sentir tu cuerpo
Dormir junto al amor
Es un tierno despertar
Es belleza de verdad
Es un sueño y nada más
Dormir junto al amor
Es dormir y disfrutar
Es besar y abrazar
Es hermoso de verdad
Dormir junto al amor
Es tu pelo, tu color
Son tus besos, tu olor
Es dormir junto al amor
Soñar junto al amor
Es lo que me haces sentir vos
Dormir junto al amor
Soñar junto a vos
Un beso y tu calor
Eres tú y nada más
Es soñar en sueños
Es besar tus besos
Es sentir tu cuerpo
Dormir junto al amor
Es un tierno despertar
Es belleza de verdad
Es un sueño y nada más
Dormir junto al amor
Es dormir y disfrutar
Es besar y abrazar
Es hermoso de verdad
Dormir junto al amor
Es tu pelo, tu color
Son tus besos, tu olor
Es dormir junto al amor
Soñar junto al amor
Es lo que me haces sentir vos
Dormir junto al amor
Soñar junto a vos
Un beso y tu calor
Eres tú y nada más
martes, 11 de agosto de 2009
Memoria de un basurero*
Me gusta sentarme a pensar, que algún día tendré una boina de esas a cuadros, una pipa y posiblemente un monóculo, sobre una silla alta y uno de esos que usan para decir “acción” en el cine, una camisa y un abrigo largo y negro, zapatillas blancas y pantalón verde o rojo.
Poder pensar que dirigiré mis acciones como cuadros y actos, elegir quien entra, quien sale, quien baila, quien besa, quien ama, quien piensa, que piensan, donde voy, donde estoy y con quien, sería uno de esos directores presentes, aunque fuera un mal actor no importaría porque el reparto lo hago yo.
En mi historia sería todo lo contrario a lo que soy, lo que siempre he querido ser, un tipo simpático, con estilo y guapo, el maquillaje hará la magia, un escritor reconocido y extrañamente no de esos excéntricos, cercano al lector, cuando alguien leyera un beso sentiría la humedad de estos en sus labios, un apretón de mano entregaría la tibieza propia de un fogón amable. Tendría una mujer tierna y simpática, que me saludara con gesto alegre y beso de boca cerrada, mi labia sería fenomenal no habría nudos de garganta impidiendo escupir mis sentimientos. Caminaría todas las tardes junto a ella, de las manos suavemente tomadas y cuando ella parpadeara aparecería una flor entre nuestras palmas, de color hermoso, extravagante y complaciente. Caería una lluvia delgada cada cuatro días y nevaría una vez al mes y los otros días un agradable nublado con exquisitos veintitrés punto cinco grados y un suave viento primaveral.
Llegaría después del trabajo, o de diseñar mi vida si prefieren, con una botella de vino, lo serviríamos en copas grandes y pulcras, beberíamos la botella completa e iríamos a la cama, nos besaremos (ya no a boca cerrada) y dormiremos abrazados junto al amor.
En las mañanas llevare para ti, yogurt con cereales, tostadas con nutella y miel, galletas y jugo de frambuesas frescas. Lo veo y me ruborizo, tanto cariño entre nosotros seria fabuloso, hermoso, sublime.
Los días de lluvia saldríamos a caminar, empaparíamos nuestros pies, llegaríamos jadeantes y mojados a dejar los abrigos frente a la chimenea, Pareceremos dos estúpidos enamorados y la verdad es que solo seremos dos enamorados atolondrados, pero eso no importara nada, yo inventare el que pensaran los otros y ellos nos envidiaran.
Pero, siempre existen éstos, mi imaginación no podrá cambiar su semblante macabro, con atisbos de inferioridad, comenzaré a maquinar la forma de finalizar lo que yo mismo comencé y asemejada a la nieve de varios meses juntos caería sobre mí y concluiría con el aplastamiento a la fantástica ilusión que hubo.
Mi mediocridad comenzará a aflorar por cada poro, toda mi piel expelerá ese asqueroso olor de moho y orines que trae la miseria, el sucio e inajenable conformismo, mi analfabeta condición mental y las infidelidades de mi idílica pareja imaginaria, soy un cineasta del vacío, un filósofo de la pena, un cerdo en su porqueriza.
*Basurero: Sitio en donde se arroja y amontona la basura
Poder pensar que dirigiré mis acciones como cuadros y actos, elegir quien entra, quien sale, quien baila, quien besa, quien ama, quien piensa, que piensan, donde voy, donde estoy y con quien, sería uno de esos directores presentes, aunque fuera un mal actor no importaría porque el reparto lo hago yo.
En mi historia sería todo lo contrario a lo que soy, lo que siempre he querido ser, un tipo simpático, con estilo y guapo, el maquillaje hará la magia, un escritor reconocido y extrañamente no de esos excéntricos, cercano al lector, cuando alguien leyera un beso sentiría la humedad de estos en sus labios, un apretón de mano entregaría la tibieza propia de un fogón amable. Tendría una mujer tierna y simpática, que me saludara con gesto alegre y beso de boca cerrada, mi labia sería fenomenal no habría nudos de garganta impidiendo escupir mis sentimientos. Caminaría todas las tardes junto a ella, de las manos suavemente tomadas y cuando ella parpadeara aparecería una flor entre nuestras palmas, de color hermoso, extravagante y complaciente. Caería una lluvia delgada cada cuatro días y nevaría una vez al mes y los otros días un agradable nublado con exquisitos veintitrés punto cinco grados y un suave viento primaveral.
Llegaría después del trabajo, o de diseñar mi vida si prefieren, con una botella de vino, lo serviríamos en copas grandes y pulcras, beberíamos la botella completa e iríamos a la cama, nos besaremos (ya no a boca cerrada) y dormiremos abrazados junto al amor.
En las mañanas llevare para ti, yogurt con cereales, tostadas con nutella y miel, galletas y jugo de frambuesas frescas. Lo veo y me ruborizo, tanto cariño entre nosotros seria fabuloso, hermoso, sublime.
Los días de lluvia saldríamos a caminar, empaparíamos nuestros pies, llegaríamos jadeantes y mojados a dejar los abrigos frente a la chimenea, Pareceremos dos estúpidos enamorados y la verdad es que solo seremos dos enamorados atolondrados, pero eso no importara nada, yo inventare el que pensaran los otros y ellos nos envidiaran.
Pero, siempre existen éstos, mi imaginación no podrá cambiar su semblante macabro, con atisbos de inferioridad, comenzaré a maquinar la forma de finalizar lo que yo mismo comencé y asemejada a la nieve de varios meses juntos caería sobre mí y concluiría con el aplastamiento a la fantástica ilusión que hubo.
Mi mediocridad comenzará a aflorar por cada poro, toda mi piel expelerá ese asqueroso olor de moho y orines que trae la miseria, el sucio e inajenable conformismo, mi analfabeta condición mental y las infidelidades de mi idílica pareja imaginaria, soy un cineasta del vacío, un filósofo de la pena, un cerdo en su porqueriza.
*Basurero: Sitio en donde se arroja y amontona la basura
Trescientos veinticinco
Ayer me sentí como esos libros que uno se ha leído varias veces, pero cada vez que lo vuelve a ojear encuentra cosas nuevas que no vio de primera. Fue insólito y patético, evidenciar que estoy escrito, descubierto y de páginas amarillas, pero no puedo terminar de conocerme y no podré entender completa la trama, nunca podré escribir un buen prologo de mi vida y mis cuerdas se trasforman en nudos vocales, amargos y ácidos, sucios, sin luz, ya que están al final de mi garganta y bajan como un trago de saliva densa y negra.
El humo del cigarro golpea con mi angustia y no existe un porqué convincente, mis lágrimas caen sin consuelo ni razones, golpean en el suelo, crujen las maderas y corroen el ánimo y mueven la tinta de las secas hojas.
El libro no tiene título, he pensado varios, la insignificancia del insignificante ó la magnanimidad de la trivialidad, esos dos nombres fueron los que guarde, es un libro de unas trescientas veintitrés páginas sin prologo ni índice, sin notas del autor que me puedan ayudar a abordarlo y no logro saber si leerlo de principio a final, capítulos saltados o simplemente no leerlo de nuevo.
Viene escrito a máquina y no tiene editorial, me habla de personas que no he conocido y me cuenta de besos alcohólicos que no he dado, de viajes que no he hecho, pero aún así mi libro es un drama de esos que no recomendaría a nadie. Me habló de una mujer, la describió bella y suave, mostro sus ojos oscuros y tez clara, halo honesto y rostro compasivo, estaba escrita la palabra amor… me asuste.
Busque el nombre de ella en todas las páginas y en cada una aparecía más ilegible, extraño, ajeno, era el presagio de un mal augurio.
No me gustaba lo que leía, mayor conformismo en cada letra, menor esperanza en cada línea, mayor ansiedad en cada párrafo, menos afortunado en cada página y más enamorado de alguien (sin saber quién) en cada capítulo.
Cuando lo termine de leer por última vez había líneas nuevas. Mire mis manos, sobre la máquina de escribir, independientes de mi cabeza que completaban la vieja historia, empezaban a escribir la página trescientos veinticuatro, triste página que narraba el como nunca logró hallar su amor ni siquiera el nombre, como la esperanza se acababa junto a las últimas líneas, pero quedaba una ilusión, su propia quimera in-apropiable, sus manos trémulas pulsaron las últimas teclas que decían “gota de ilusión, apaga esta pasión de querer acabar tañendo un mal final”
Terminó esa última línea y dio vuelta la página, escribiría los agradecimientos.
El humo del cigarro golpea con mi angustia y no existe un porqué convincente, mis lágrimas caen sin consuelo ni razones, golpean en el suelo, crujen las maderas y corroen el ánimo y mueven la tinta de las secas hojas.
El libro no tiene título, he pensado varios, la insignificancia del insignificante ó la magnanimidad de la trivialidad, esos dos nombres fueron los que guarde, es un libro de unas trescientas veintitrés páginas sin prologo ni índice, sin notas del autor que me puedan ayudar a abordarlo y no logro saber si leerlo de principio a final, capítulos saltados o simplemente no leerlo de nuevo.
Viene escrito a máquina y no tiene editorial, me habla de personas que no he conocido y me cuenta de besos alcohólicos que no he dado, de viajes que no he hecho, pero aún así mi libro es un drama de esos que no recomendaría a nadie. Me habló de una mujer, la describió bella y suave, mostro sus ojos oscuros y tez clara, halo honesto y rostro compasivo, estaba escrita la palabra amor… me asuste.
Busque el nombre de ella en todas las páginas y en cada una aparecía más ilegible, extraño, ajeno, era el presagio de un mal augurio.
No me gustaba lo que leía, mayor conformismo en cada letra, menor esperanza en cada línea, mayor ansiedad en cada párrafo, menos afortunado en cada página y más enamorado de alguien (sin saber quién) en cada capítulo.
Cuando lo termine de leer por última vez había líneas nuevas. Mire mis manos, sobre la máquina de escribir, independientes de mi cabeza que completaban la vieja historia, empezaban a escribir la página trescientos veinticuatro, triste página que narraba el como nunca logró hallar su amor ni siquiera el nombre, como la esperanza se acababa junto a las últimas líneas, pero quedaba una ilusión, su propia quimera in-apropiable, sus manos trémulas pulsaron las últimas teclas que decían “gota de ilusión, apaga esta pasión de querer acabar tañendo un mal final”
Terminó esa última línea y dio vuelta la página, escribiría los agradecimientos.
lunes, 3 de agosto de 2009
Mírate, quiérete, amate y déjame hacer lo mismo
que el silencio confidente me arrulle en tu latir
masca mi inmundicia y trágala, de mala gana, pero hazlo.
Disfrútame, sin pensar en mi insuficiencia
espérate, cálmate, relájate y déjame hacer lo mismo
permite que lo oscuro empape nuestros rostros
y que la penumbra transforme el humo del cigarro,
déjame escribir palabras sin sentido, desconcertarte.
Abrázate, tócate, valórate y déjame hacer lo mismo
permíteme escribir, pensar cuanto te quiero
usar cada letra como nueva palabra
las veintisiete que hablen por millones.
¡Mira! dos copas vacías, llénalas, bebe y déjame hacer lo mismo
quiebra mi coraza, esconde los pedazos y hazlos desaparecer.
Quema mis sentidos, pero quémalos bien
que mi corazón arda, como Troya alguna vez.
Háblame en francés para no entenderte y enamorarme
yo lo hare en muecas somnolientas e incomprensibles
para asustarte, corre, aléjate, que la música se acelere
mientras comprendo que me aterras.
Deja que la lluvia empape tu rostro, confía, yo tendré un paraguas
negro, verde, rojo, azul, violeta, amarillo. Tú elije.
Que el viento seque el mojado suelo, levante las hojas moribundas por sobre ti
tengo chocolates, ¿te animas?
Hay vino, descórchalo, sírvelo, pruébalo, disfrútalo
que la frutocidad nos maneje, deja tu temor, ¡déjalo!
Descorcha mis secretos, sirve los tuyos, mézclalos, disfrutémoslos.
que el silencio confidente me arrulle en tu latir
masca mi inmundicia y trágala, de mala gana, pero hazlo.
Disfrútame, sin pensar en mi insuficiencia
espérate, cálmate, relájate y déjame hacer lo mismo
permite que lo oscuro empape nuestros rostros
y que la penumbra transforme el humo del cigarro,
déjame escribir palabras sin sentido, desconcertarte.
Abrázate, tócate, valórate y déjame hacer lo mismo
permíteme escribir, pensar cuanto te quiero
usar cada letra como nueva palabra
las veintisiete que hablen por millones.
¡Mira! dos copas vacías, llénalas, bebe y déjame hacer lo mismo
quiebra mi coraza, esconde los pedazos y hazlos desaparecer.
Quema mis sentidos, pero quémalos bien
que mi corazón arda, como Troya alguna vez.
Háblame en francés para no entenderte y enamorarme
yo lo hare en muecas somnolientas e incomprensibles
para asustarte, corre, aléjate, que la música se acelere
mientras comprendo que me aterras.
Deja que la lluvia empape tu rostro, confía, yo tendré un paraguas
negro, verde, rojo, azul, violeta, amarillo. Tú elije.
Que el viento seque el mojado suelo, levante las hojas moribundas por sobre ti
tengo chocolates, ¿te animas?
Hay vino, descórchalo, sírvelo, pruébalo, disfrútalo
que la frutocidad nos maneje, deja tu temor, ¡déjalo!
Descorcha mis secretos, sirve los tuyos, mézclalos, disfrutémoslos.
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