lunes, 3 de agosto de 2009

Mírate, quiérete, amate y déjame hacer lo mismo
que el silencio confidente me arrulle en tu latir
masca mi inmundicia y trágala, de mala gana, pero hazlo.

Disfrútame, sin pensar en mi insuficiencia
espérate, cálmate, relájate y déjame hacer lo mismo
permite que lo oscuro empape nuestros rostros
y que la penumbra transforme el humo del cigarro,
déjame escribir palabras sin sentido, desconcertarte.

Abrázate, tócate, valórate y déjame hacer lo mismo
permíteme escribir, pensar cuanto te quiero
usar cada letra como nueva palabra
las veintisiete que hablen por millones.

¡Mira! dos copas vacías, llénalas, bebe y déjame hacer lo mismo
quiebra mi coraza, esconde los pedazos y hazlos desaparecer.

Quema mis sentidos, pero quémalos bien
que mi corazón arda, como Troya alguna vez.

Háblame en francés para no entenderte y enamorarme
yo lo hare en muecas somnolientas e incomprensibles
para asustarte, corre, aléjate, que la música se acelere
mientras comprendo que me aterras.

Deja que la lluvia empape tu rostro, confía, yo tendré un paraguas
negro, verde, rojo, azul, violeta, amarillo. Tú elije.

Que el viento seque el mojado suelo, levante las hojas moribundas por sobre ti
tengo chocolates, ¿te animas?

Hay vino, descórchalo, sírvelo, pruébalo, disfrútalo
que la frutocidad nos maneje, deja tu temor, ¡déjalo!
Descorcha mis secretos, sirve los tuyos, mézclalos, disfrutémoslos.

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