Andaba como siempre, sin preocupaciones, sólo le importa ser bella, ser ella, la miran como espantados por su hermosura, no se preocupa del balbucear de la gente y sigue su camino, recto y sin prisa.
Yo la esperaba me sentía afortunado, era mía y todos la querían… todos, yo más que nadie. Se me acercó, inclinó su cabeza y besó mis labios, lenta y suavemente, fue un beso seco, de boca cerrada, pero dulce. Me preguntó cómo me encontraba y luego si la quería, siempre preguntaba lo mismo y siempre sabia la respuesta, era un sí, rotundo, firme y seguro, le dije que se veía bella y ella lo sabía, pero aún así actuó avergonzada, se ruborizo como si fuera real la sangre en sus mejillas, era toda una actriz, de las de verdad, de tablas.
Abrió su bolso, era rojo con puntos negros (o negro con puntos rojos) y sacó un paquete de cigarrillos largos, la abrió y poso uno en su boca, lo manchó con el labial y me hizo una mueca exigiendo fuego, aspiró y botó el humo azul que siempre la hacía ver muy interesante y guapa.
Luego tomó mi mano con fuerza y me dijo “ven quiero que veas algo bello”, me llevo de la mano varios metros y apuntó un parque, me acercó hasta el pasto y se sentó, recosté mi cabeza en sus muslos y comenzó a acariciar mi cabello, lo desenredaba mientras cantaba una canción en inglés que Ella sabía que no entendía, dormite algunos minutos y nuevamente se inclinó para besarme. Ella era inteligente a veces demasiado, era bella a veces demasiado, era simpática a veces demasiado y eso demasiadas veces me hacía sentir insuficiente, qué hacia una mujer como Ella en un lugar como ese con un tipo como Yo.
Sacó otro cigarrillo, lo encendió y junto mis manos con una de ella mientras inhalaba el alquitrán y la nicotina, susurró “óyeme”, cuando le dije qué introdujo el cigarro en mi boca y yo aspire profundo. Botó el humo que aún guardaba en su pecho y cuando lo hubo sacado me dijo que se había enamorado de mí, se abalanzo y me dio un largo beso, que me dejo sin respiración por un minuto, cuando nuestras bocas se divorciaron, exhale y respiré hondo y me reí, fue un sonrisa tímida, nada de carcajadas molestas, simplemente fue una sonrisa que dijo “yo también, no sabes cuánto”
Nos levantamos, me sacudió la espalda y comentó que le gustaba que fuera ancha, la hacía sentir segura. Nos tomamos de las manos, con los dedos entrelazados como un nudo indescifrable y nos dirigimos al videoclub, arrendaríamos un par de films y compraríamos algo para beber, luego a su departamento, veríamos (poco) las películas y luego nos dejaríamos llevar por la soledad, el alcohol y el amor (?)
El trayecto era largo, pero agradable, sin nudos de garganta que trabaran la conversación y sin imágenes penosas que deprimieran la situación, era perfecto, completo y lo más importante era nuestro, de los dos y nadie más.
Dos años llevaba esperando este momento, dos años de angustia, miedo e inseguridad por lo que vendría, pero valió las penas, ahora estaba con Francisca y todo andaba como debía… muy bien.
Cuando llegamos al apartamento, abrí mi bolso y le entregué un regalo que tenía para ella, era una jirafa de madera, de varios colores y que al apretar un botón que tenia, se desarmaba y su cuello caía por debajo de sus pies, era muy pintoresca, la tomó, luego la miró y finalmente musito –creo que esto va demasiado rápido, me regalaste una jirafa de madera, esas cosas llevan tiempo- luego rió, fue tierno, me fascino y lo hice saber.
Comimos ligero y bebimos fuerte, la situación era de lo mejor, era algo nuevo, me sentía embobado por su candidez, su dulzura era idílica y no quedaba más que disfrutarla (a la situación y a Ella), me aferre ciego a sus brazos y deje que me empapara de su olor y su amor, tal vez deje que me empapara demasiado.
Desperté muy temprano y me dedique a mirarla, su expresión era serena, honesta y veía el descanso en sus ojos. Me quede dormido nuevamente contra su pecho y el latir constante y suave me deslumbro… me enamoró y no me dejaría ir. Me estire hasta su frente y la bese, luego baje hasta sus labios, cuello y volví a hacerlo desde su cuello, luego sus labios y termine con un beso suave y tierno en su frente.
Me levante al cabo de unos minutos y prepare el desayuno para tres, porque conocía mi voracidad, llegue con huevos, tocino, jugo natural de frambuesas, tostadas y té con dos y media de azúcar para mí y doce gotas de endulzante para Francisca. La conocía más que a nadie, sabía que eran doce gotas ni una más ni una menos y que cuando lo probara me diría que estaba bien de dulzor.
Cuando llegue al cuarto Ella miraba la televisión y me dijo “pensé que te habías ido y me dejabas” luego me miró y sonrió coquetamente, no pude hacer más que dejar la bandeja en el suelo y abalanzarme sobre la cama, para terminar sobre ella y encajar mis labios en los suyos sin pronunciar palabra… luego desayunamos y escuchamos música relajada.
Arroje todos mis sentimientos sobre ella, sentimientos de calibre mayor, sentimientos fuertes y reales. Deslice mi mano sobre su frente y luego comencé a rodear su cabeza hasta llegar a su nunca, cuando ahí estuve, baje hasta su espalda y la apreté con fuerza, para que no me dejara ir jamás, le dije con mi corporalidad que la amaba. Luego me deje caer, nuevamente, sobre su pecho palpitante.
Mis palabras no salieron de mi boca, sino de mis manos, brazos, piernas, sexo, pecho, espalda, cabeza y estomago, pero aún así estaban llenas de significado, decía “¡Ey te amo!” “¡Ey te amo!”, en cada latido y tú las escuchabas y les respondías “Ey yo también”, “Ey yo también”, ¿qué más podría pedir?
Te comencé a ver como mi media naranja (así de cliché) y luego te sentí como mi amiga, con besos y que además me gustaba, era orgásmico de cierta forma, pero, pero, pero, siempre hay uno. Te entregaba mi vida; mi alma como comida básica y te dejaba mi cuerpo antes de cenar, como especie de tributo (aperitivo) a tus instintos más bajos… eres la única que sabe cómo hacer que me gusten las cosas que tú gozas.
Ya todo comenzaba a caer en la monotonía, eso me acongojaba, pero me alegraba el pensar que era la monotonía más hermosa y únicamente hermosa de mi vida, lo era y siempre lo fue, no existirá nada más hermoso que dormir junto a un tarro de parafina bien nuevo y tú. ¿Por qué carajo caí en esa monotonía? Por qué carajo me enamore de esa monotonía.
No vale la pena hacer un recuento después de un final, un final amargo, un final ácido, un final lleno de nudos de cuerdas vocales, un nudo de angustia eterna y prisionera, un final de lo más olvidable (tratar de hacerlo). No eres lo que tú crees ser, no eres lo que yo creía, no es rencor ciego, no es odio mudo, no es pena propia, es más bien honestidad directa, cruda y amor fuerte.
No sé en qué momento esto se torno doloroso, pero las lágrimas comenzaron a empapar las hojas, comencé a recordar los besos, los abrazos, tus labios, tus brazos… tu cariño; discreto y pequeño me había hecho sentirte más que nunca y sólo restaba decir que recordaría o jamás olvidaría a Francisca, a esa mujer que me hizo esperarla dos años y luego me dijo que ni en dos años más volvería a quererme. Porque lo dijo o a lo menos lo insinuó.
Las cosas ya agotadas, cansadas, tú y tu mirada aburridas de mí y mi mirada me decían vete lejos y sin vuelta, mas no podía, necesitaba tu adiós definitivo en letras grandes, que me digiera ya no te necesito, ya fue y no volverá. Necesitaba un agradecimiento formal y lejano que expresara asco, nauseas y otras cosas para poder decirme entre mi “no, no, no, no nunca será un sí” y pensar aún mientras me martirizara, por un momento fue un sí, pero lo arruine con mi cariño… mi cariño incondicional.
Ahora tú tienes a otro, tal vez más de uno, pero yo aún no tengo nada y espero jamás tenerlo, porque así podre seguir con mi vivo sentir por ti y por tu ser. Ahora te digo que fuiste mucho, que eres mucho y que serás por mucho algo mucho más importante que otras muchas cosas muy importantes (que manera de muchificar las cosas)
Francisca nunca te llamaste así, tu nombre empieza con C y termina con “amila”, tu nombre me hace pensar en la palabra amor, como un verso, como un beso, como un te quiero, pero sólo eso.
Gracias y ahora si te lo dejo con letras grandes para que lo leas, me enamore y nunca compartiste nada, porque no hay nada que compartir, me enamore y nunca deje un vacio en ese amor, nunca pensé que me harías el daño y el favor de sentir pasión y admiración en un mismo ser, un ser lindo, puro (no tanto), pero si un ser al que ame y le digo, “adiós, espero un hasta nunca, para alguna vez dar un beso y que tenga más dulzura que los besos tuyos que tanto extraño”
Lo último que puedo decir es que me haces sentir como una jirafa que cuando tú aprietas el botón se desarma y que deja caer su cuello por debajo de sus pies, que deja caer su vida por debajo de tus pies y que en cualquier momento espera volver a tener el colorido que alguna vez tuvo para poder tener los cojones de decir que lo enamoraste con tu ser… completo y complejo.
viernes, 18 de septiembre de 2009
jueves, 17 de septiembre de 2009
Lo que no mata (te transforma en rata) te hace más fuerte.
Botaste todo al papelero y luego lo cubriste de odio y asco, le diste un final no feliz, de no cuento, un final de no amor. Me di cuenta e hice lo de siempre, llore y me hice el desinteresado y luego, sólo luego, pude hacer nada, simplemente mirar como una historia se acaba, un cuento con trama dulce concluye amargo, una foto colorida se torna sepia y un sentimiento hermoso se oscurece para ser lo que no debería haber sido nunca.
Pero (en este caso un hermoso adversativo), no hay nada más que hacer, nada más que decir, las palabras se han gastado y los abrazos se enfriaron, ya no sirve pensar las cosas, sólo resta vivirlas… sobrevivirlas. Sólo y sólo tal vez fue bueno terminar en el fondo de tu papelero, pegado a un chicle y al lado de una cucaracha.
Sé que no me mataste y tampoco querías dejarme morir, pero (en este caso un triste adversativo) me dejaste convaleciente y ahora digo que Nietzsche siempre tuvo razón.
Pero (en este caso un hermoso adversativo), no hay nada más que hacer, nada más que decir, las palabras se han gastado y los abrazos se enfriaron, ya no sirve pensar las cosas, sólo resta vivirlas… sobrevivirlas. Sólo y sólo tal vez fue bueno terminar en el fondo de tu papelero, pegado a un chicle y al lado de una cucaracha.
Sé que no me mataste y tampoco querías dejarme morir, pero (en este caso un triste adversativo) me dejaste convaleciente y ahora digo que Nietzsche siempre tuvo razón.
La vida sonrio un momento.
Vi un pájaro volando, se acercó rápidamente y pasó alrededor de mi cabeza, noté que buscaba inspirarme, al movimiento de sus alas se cortaba el viento y me impresionó una acrobacia que realizó en el aire, me miró esperando ver mi reacción y simplemente atiné a comenzar a escribir algunas líneas, sonrió (o lo que hagan ellos para demostrar su agrado) y tomó vuelo en dirección lejana, iría a buscar otro a quién inspirar, se marchó rápido y firme, se marchó, pero sé que volverá y se quedará alguna vez, en algún momento.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Beso con Sal.
Tome tu mano, te salude con un beso y te dije que te extrañaba, note algo raro en ti, nunca eras tan fría, nunca eras tan ácida ni amarga. Esbozaste una falsa sonrisa y respondiste el beso, ligeramente ladeado, no fue honesto.
Estaba oscuro, tú no estabas luminosa como siempre, aún eras bella, pero sólo eso, una hermosura simple y llena de vacios. Buscaste la lejanía con tu mirada y por un momento te vi conectada con todo, menos conmigo. Me di cuenta que no eras tú, algo había en mi. Caminamos varias horas, con palabras intermitentes y risas nerviosas, de esas que no son gratas, de esas que maltratan, que dan finales y hacen llorar.
Mirabas con nervio el reloj, tocabas tu pelo con desdén y eso no me ayudaba, no hablabas, simplemente estabas inmersa en tus pensamientos, en la maraña de dolor y angustia que no me develabas. Por un momento tú miraste mis ojos y musitaste algo que no oí, lo dijiste tan suave que el tictac de tu pulsera no me dejo entender.
Pasaron diez lentos minutos, como si los minutos cambiaran por la ansiedad, agarraste una bocanada de aire y me dijiste que tenías algo que decirme, empezaste como una historia añeja, andrajosa y borrosa, de un poeta del Medioevo. Tus cejas rectas, sobre tus ojos impasibles y tu boca constreñida, como afirmando un grito eterno de dolor. Poco a poco tu expresión se torno dantesca, como si hubieras visto la muerte.
Me miraste, como miras a un espejo, como si esta escena la hubieras practicado miles de veces, cambiaste tu tono a uno más risueño, pero aún lacónico.
Me decidí a terminar la tortura, me abalance sobre tu boca y cuando estuve a milímetros de ella, salió un “ya no te quiero”, te besé y lloré, lloraste conmigo y sentí la sal de tus ojos en mis labios.
Estaba oscuro, tú no estabas luminosa como siempre, aún eras bella, pero sólo eso, una hermosura simple y llena de vacios. Buscaste la lejanía con tu mirada y por un momento te vi conectada con todo, menos conmigo. Me di cuenta que no eras tú, algo había en mi. Caminamos varias horas, con palabras intermitentes y risas nerviosas, de esas que no son gratas, de esas que maltratan, que dan finales y hacen llorar.
Mirabas con nervio el reloj, tocabas tu pelo con desdén y eso no me ayudaba, no hablabas, simplemente estabas inmersa en tus pensamientos, en la maraña de dolor y angustia que no me develabas. Por un momento tú miraste mis ojos y musitaste algo que no oí, lo dijiste tan suave que el tictac de tu pulsera no me dejo entender.
Pasaron diez lentos minutos, como si los minutos cambiaran por la ansiedad, agarraste una bocanada de aire y me dijiste que tenías algo que decirme, empezaste como una historia añeja, andrajosa y borrosa, de un poeta del Medioevo. Tus cejas rectas, sobre tus ojos impasibles y tu boca constreñida, como afirmando un grito eterno de dolor. Poco a poco tu expresión se torno dantesca, como si hubieras visto la muerte.
Me miraste, como miras a un espejo, como si esta escena la hubieras practicado miles de veces, cambiaste tu tono a uno más risueño, pero aún lacónico.
Me decidí a terminar la tortura, me abalance sobre tu boca y cuando estuve a milímetros de ella, salió un “ya no te quiero”, te besé y lloré, lloraste conmigo y sentí la sal de tus ojos en mis labios.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Ella no es lo mismo.
Oí como caían las gotas de lluvia en el pavimento escarchado, deshacian el hielo y afloraban los minusculos brotes de pasto y flores. Me sente en la ventana a mirar como la gente corría de un lado a otro, como si la lluvia los quemara, los dañara o fueran de tierra y polvo, listos para convertirse en un barro sucio y espeso. Algunos llevaban groseros paraaguas y otros simples gorros de algodón, veía la uniformidad de colores, grises y negros, la escala cromática oscurecida, hasta que paso Ella, ni tan alta ni tan esbelta... colorida, alegre, miró hacia el cielo y abrió sus labios, dejo entrar unas gotas de agua en su boca, hizo un movimiento pendular desalborotando su cabello y me enamore, de primera vista como tantas veces dije que no sucedia en la vida. Quede atónito, estúpefacto, ensimismado y cuanto sinónimo de asombro exista.
Dos días después, amanecí con la garganta apretada y con Ella a mi lado, acariciando mi cabeza, peinando mi cabello, haciendo trenzas y jugando como una pequeña, luego me miró, rió y desapareció, se perdió entre mis parpadeos y cuando me desembobe de un largo sueño, lo único que no había desaparecido era el nudo en mi garganta, un nudo apretado lleno de angustia y preocupación ¿por qué? por Ella, evidente.
Me bañe extensamente, deje que el agua tibia relajara mis musculos y limpiara mi alma (siesque existe), derrepente el agua salió fría y congelo mis piernas y brazos, mi pecho frío y triste se resistió a sentir dolor, sali de golpe de la bañera y tropece, cai a las ceramicas frías y me quede dormido. Cuando despertaba nuevamente Ella estaba ahí, con la toalla entre sus manos, diciendome que me levantara, que el piso estaba helado y que me enfermaria, así fue, senti un líquido denso bajar por mis fosas y llegar hasta el contorno de mi boca; mis piernas y brazos coordinadas se levantaron al unísono y cogieron la bata azul que estaba colgada en la puerta.
Me enfrete a la estufa y deje que mi cuerpo se entibiara lo más posible, me puse un abrigo, una camisa, los pantalones, ropa interior y los zapatos (no en ese orden), enrrolle mi cuello con una bufanda gruesa y sali, baje los cinco pisos por las escaleras y cuando estuve en la fría interperie me desmorone, mis rodillas tocaron el suelo y mis brazos se enroscaron a través de mi pecho, me recorrió una amarga sensasión -el metal frío de una pistola en mi sien no me causaba malestar-, cayeron unas lágrimas creadoras de lodo, sentí un brazo tímido en mi hombro que me dijo "¿qué sucede?", levante con penuria la cabeza (la sentia pesada y como si no me perteneciara) y mire hacia el frente, antes de ver lo supe, era Ella... no, no lo era, simplemente una mujer guapa, alta, esbelta, de tez blanca y carisma envidiable, volvió a decir "¿qué sucede?". La mire de frente, me pare de mi patética situación y susurre: Nada, siempre es nada.
Subí, cobardemente, a esconderme en mi madriguera alfombrada y decidi lo más saludable, busque un vaso corto y ancho, agregue dos hielos y servi wisky hasta la mitad, me sente en el balconcito que daba a la calle y comence a ver pasar el mar humano-despersonalizado y ahora nadie se sorprendera de lo que sucedió, la vi pasar veloz, hice unas muecas y movimientos exágerados para llamar su atención, demoré en encontrar las llaves y cuando abri la cerradura del apartamento me asomé y Ella estaba tras mi puerta, me sonrió y dijó "¿qué sucede?", balbucee, tartamudee y escupi un "nada" incomprensible. Rió y me comentó que era muy temprano para beber, asomó su cabeza por sobre mi hombro y vió la botella de wisky, "y además un trago fuerte" me dijo. Me decise en explicaciones burdas y Ella a carcajadas me sugirió que le invitara un trago... ¿lo hice?... cuando desperte, con un dolor de cabeza y culpa, mire hacia los lados, vi la botella vacia y yo vestido, no había sucedido nada, no sabía si fue un delirio alcoholico o realmente Ella estuvo ahí, de lo único que tenía certeza era mi dolor de cabeza y mi ligera deshidratación.
Perdí la noción de las horas, de los días, no creo haber llegado a los meses, pero no hacia nada, mi trabajo era ser un mantenido de mis padres y lo hacia excelente. Decidi tomar una ducha y luego me preparé un café, lo serví y preferi salir a tomar desayuno a un lugar más central, llegue a un lindo coffebar y pedi un desayuno Vienés (tartaleta de frutos de estación y café cortado con crema espesa), ¡sorpresa! la mesera era aquella mujer que me había ayudado aquel día que me desmorone en la acera. Me preguntó como me encontraba, se acordaba de mi y yo la encontre más bella que nunca, le dije que la invitaba a sentarse conmigo para charlar uno o dos café, negó con un movimiento corto de cabeza y me dijo que estaba trabajando y no podía hacer vida social con los clientes. Comi parte del pastelillo y bebi parte del café, cuando pedi la cuenta, deje el cambio que era una propina considerable y me marche, al momento de cruzar el umbral de la puerta senti una llamada "señor su boleta" la recibi y la arruge, cuando estuve frente al basurero decidi mirar la cuenta y note que había un número de telefono y decía -Si la invitación aún está vigente mi nombre es Francisca-
Al estar en mi hogar nuevamente, me recoste sobre la cama y marque el número que me entregaron pregunté por Francisca y le conte que era el tipo del café, me explico nuevamente lo de los clientes y trabajadores. No sé cómo, con qué pretexto la invite a cenar el mismo día, a se me olvidaba soy Javier, mucite. Ordene las cosas, sali a comprar una botella de wisky y algunas cosas para preparar.
Sonó el timbre dos veces seguidas, de forma breve cada una de ellas. Era Fransisca, se veía radiante, la invité a entrar, cenamos, charlamos, bebimos, besamos, dormimos, despertamos juntos y fue estupendo, sentir la blancura de su piel, no virgen pero si bastante pura sobre mi piel (no virgen ni pura).
A la mañana siguiente despertamos, nos besamos como enamorados de por vida y le sugeri comer algo, tenia un apetito voraz, ella aceptó y nos abrazamos entre tostadas y té.
Pasamos varios días así, yo iba a desayunar al coffebar y ella venía a cenar a mi departamento (madriguera alfombrada). Al tiempo las cosas cambiaron de dirección y terminamos dicendonos "mi amor". Cuando Fransisca se iba yo pensaba en Ella (no en Fransisca sino en Ella), pero era cada vez menos frecuente e intenso.
Un día me dio pereza levantar y no fui a desayunar al café de siempre (el café de Fransisca lo llamaba yo), cuando fue la hora de cenar Fransisca no apareció y al día siguiente sucedió igual, pasaron dos o tres días iguales y sonó el timbre a la hora de la cena, abri la puerta y era Ella, me dijo "puedo pasar" de forma más imperativa que nunca. La deje pasar y cuando estuvo adentro se abalanzó sobre mi, nos besamos largas horas y sonó el timbre nuevamente fui a abrir la puerta y era Fransisca, no sabia que decir, no había intimado con Ella (la otra mujer) pero estaría en mi habitación y sería incómodo, Fransisca se dirigió al cuarto de baño y yo entre a mi habitación para ver como solucionar el problema, cuando llegue no había nadie, la cama estaba estirada y me intrigue de sobremanera. Espere largo rato que Fransisca saliera del baño y cuando lo hizo fuimos a mi (la) cama, entramos a la pieza y al abrir la puerta, vi abyecto que Ella estaba a los pies de la cama desnuda y giñó un ojo, Fransisca pareció ignorarla y nos recostamos, nos comenzamos a besar y Ella estaba ahí, me miraba y hacia ruidos orgasmicos mientras yo amaba a Fransisca, Ella comenzó a besarme desde abajo hasta llegar a mi boca y Fransisca no se inmutaba, fue extraño, fue distinto, fue fabuloso.
A la mañana siguiente desperte con una mujer a cada lado, como todo un Cassanova, fue raro, fue una fantasía echa realidad.
Pero cuando frote mis ojos para sacar las legañas pegadas y poder ver lo real, lo que vi fue demasiado cruento y ácido Fransisca no estaba, Ella la había espantado. Ella estaba acostada y tapada hasta donde comenzaban sus senos, la mire y no la desee. Ella era mi inseguridad, mi miedo a el amor, toda mi cobardia en un cuerpo no tan alto ni tan esbelto y me hizo perder a Fransisca (la secuestró, se la llevó y la escondió). Fransisca que era mi vida, hice lo más sensato "la situación del frío de un revolver en mi sien no me parecia del todo descabellada"
Dos días después, amanecí con la garganta apretada y con Ella a mi lado, acariciando mi cabeza, peinando mi cabello, haciendo trenzas y jugando como una pequeña, luego me miró, rió y desapareció, se perdió entre mis parpadeos y cuando me desembobe de un largo sueño, lo único que no había desaparecido era el nudo en mi garganta, un nudo apretado lleno de angustia y preocupación ¿por qué? por Ella, evidente.
Me bañe extensamente, deje que el agua tibia relajara mis musculos y limpiara mi alma (siesque existe), derrepente el agua salió fría y congelo mis piernas y brazos, mi pecho frío y triste se resistió a sentir dolor, sali de golpe de la bañera y tropece, cai a las ceramicas frías y me quede dormido. Cuando despertaba nuevamente Ella estaba ahí, con la toalla entre sus manos, diciendome que me levantara, que el piso estaba helado y que me enfermaria, así fue, senti un líquido denso bajar por mis fosas y llegar hasta el contorno de mi boca; mis piernas y brazos coordinadas se levantaron al unísono y cogieron la bata azul que estaba colgada en la puerta.
Me enfrete a la estufa y deje que mi cuerpo se entibiara lo más posible, me puse un abrigo, una camisa, los pantalones, ropa interior y los zapatos (no en ese orden), enrrolle mi cuello con una bufanda gruesa y sali, baje los cinco pisos por las escaleras y cuando estuve en la fría interperie me desmorone, mis rodillas tocaron el suelo y mis brazos se enroscaron a través de mi pecho, me recorrió una amarga sensasión -el metal frío de una pistola en mi sien no me causaba malestar-, cayeron unas lágrimas creadoras de lodo, sentí un brazo tímido en mi hombro que me dijo "¿qué sucede?", levante con penuria la cabeza (la sentia pesada y como si no me perteneciara) y mire hacia el frente, antes de ver lo supe, era Ella... no, no lo era, simplemente una mujer guapa, alta, esbelta, de tez blanca y carisma envidiable, volvió a decir "¿qué sucede?". La mire de frente, me pare de mi patética situación y susurre: Nada, siempre es nada.
Subí, cobardemente, a esconderme en mi madriguera alfombrada y decidi lo más saludable, busque un vaso corto y ancho, agregue dos hielos y servi wisky hasta la mitad, me sente en el balconcito que daba a la calle y comence a ver pasar el mar humano-despersonalizado y ahora nadie se sorprendera de lo que sucedió, la vi pasar veloz, hice unas muecas y movimientos exágerados para llamar su atención, demoré en encontrar las llaves y cuando abri la cerradura del apartamento me asomé y Ella estaba tras mi puerta, me sonrió y dijó "¿qué sucede?", balbucee, tartamudee y escupi un "nada" incomprensible. Rió y me comentó que era muy temprano para beber, asomó su cabeza por sobre mi hombro y vió la botella de wisky, "y además un trago fuerte" me dijo. Me decise en explicaciones burdas y Ella a carcajadas me sugirió que le invitara un trago... ¿lo hice?... cuando desperte, con un dolor de cabeza y culpa, mire hacia los lados, vi la botella vacia y yo vestido, no había sucedido nada, no sabía si fue un delirio alcoholico o realmente Ella estuvo ahí, de lo único que tenía certeza era mi dolor de cabeza y mi ligera deshidratación.
Perdí la noción de las horas, de los días, no creo haber llegado a los meses, pero no hacia nada, mi trabajo era ser un mantenido de mis padres y lo hacia excelente. Decidi tomar una ducha y luego me preparé un café, lo serví y preferi salir a tomar desayuno a un lugar más central, llegue a un lindo coffebar y pedi un desayuno Vienés (tartaleta de frutos de estación y café cortado con crema espesa), ¡sorpresa! la mesera era aquella mujer que me había ayudado aquel día que me desmorone en la acera. Me preguntó como me encontraba, se acordaba de mi y yo la encontre más bella que nunca, le dije que la invitaba a sentarse conmigo para charlar uno o dos café, negó con un movimiento corto de cabeza y me dijo que estaba trabajando y no podía hacer vida social con los clientes. Comi parte del pastelillo y bebi parte del café, cuando pedi la cuenta, deje el cambio que era una propina considerable y me marche, al momento de cruzar el umbral de la puerta senti una llamada "señor su boleta" la recibi y la arruge, cuando estuve frente al basurero decidi mirar la cuenta y note que había un número de telefono y decía -Si la invitación aún está vigente mi nombre es Francisca-
Al estar en mi hogar nuevamente, me recoste sobre la cama y marque el número que me entregaron pregunté por Francisca y le conte que era el tipo del café, me explico nuevamente lo de los clientes y trabajadores. No sé cómo, con qué pretexto la invite a cenar el mismo día, a se me olvidaba soy Javier, mucite. Ordene las cosas, sali a comprar una botella de wisky y algunas cosas para preparar.
Sonó el timbre dos veces seguidas, de forma breve cada una de ellas. Era Fransisca, se veía radiante, la invité a entrar, cenamos, charlamos, bebimos, besamos, dormimos, despertamos juntos y fue estupendo, sentir la blancura de su piel, no virgen pero si bastante pura sobre mi piel (no virgen ni pura).
A la mañana siguiente despertamos, nos besamos como enamorados de por vida y le sugeri comer algo, tenia un apetito voraz, ella aceptó y nos abrazamos entre tostadas y té.
Pasamos varios días así, yo iba a desayunar al coffebar y ella venía a cenar a mi departamento (madriguera alfombrada). Al tiempo las cosas cambiaron de dirección y terminamos dicendonos "mi amor". Cuando Fransisca se iba yo pensaba en Ella (no en Fransisca sino en Ella), pero era cada vez menos frecuente e intenso.
Un día me dio pereza levantar y no fui a desayunar al café de siempre (el café de Fransisca lo llamaba yo), cuando fue la hora de cenar Fransisca no apareció y al día siguiente sucedió igual, pasaron dos o tres días iguales y sonó el timbre a la hora de la cena, abri la puerta y era Ella, me dijo "puedo pasar" de forma más imperativa que nunca. La deje pasar y cuando estuvo adentro se abalanzó sobre mi, nos besamos largas horas y sonó el timbre nuevamente fui a abrir la puerta y era Fransisca, no sabia que decir, no había intimado con Ella (la otra mujer) pero estaría en mi habitación y sería incómodo, Fransisca se dirigió al cuarto de baño y yo entre a mi habitación para ver como solucionar el problema, cuando llegue no había nadie, la cama estaba estirada y me intrigue de sobremanera. Espere largo rato que Fransisca saliera del baño y cuando lo hizo fuimos a mi (la) cama, entramos a la pieza y al abrir la puerta, vi abyecto que Ella estaba a los pies de la cama desnuda y giñó un ojo, Fransisca pareció ignorarla y nos recostamos, nos comenzamos a besar y Ella estaba ahí, me miraba y hacia ruidos orgasmicos mientras yo amaba a Fransisca, Ella comenzó a besarme desde abajo hasta llegar a mi boca y Fransisca no se inmutaba, fue extraño, fue distinto, fue fabuloso.
A la mañana siguiente desperte con una mujer a cada lado, como todo un Cassanova, fue raro, fue una fantasía echa realidad.
Pero cuando frote mis ojos para sacar las legañas pegadas y poder ver lo real, lo que vi fue demasiado cruento y ácido Fransisca no estaba, Ella la había espantado. Ella estaba acostada y tapada hasta donde comenzaban sus senos, la mire y no la desee. Ella era mi inseguridad, mi miedo a el amor, toda mi cobardia en un cuerpo no tan alto ni tan esbelto y me hizo perder a Fransisca (la secuestró, se la llevó y la escondió). Fransisca que era mi vida, hice lo más sensato "la situación del frío de un revolver en mi sien no me parecia del todo descabellada"
Me fumo mi vida !
Cigarros cortos, cigarros largos, cigarros conversados, cigarros ensuciados, cigarros mal-gastados, cigarros regalados, cigarros endiosado, cigarros mal olientes, cigarros dolorosos, cigarros ya-fumados, cigarros por-fumar, cigarros para-conversar, cigarros para-ti, cigarros compartidos, cigarros compatriotas, cigarros extranjeros/argentinos/singapurinos(?)/brasileros/americanos/mexicanos, cigarros encontrados, cigarros confidentes, cigarros expresivos, cigarros hay de todos los gustos y todos los hemos fumado juntos y si no los fumaremos.
La conclusión es de Salomón
Me sente a pensar, calentar la cabeza con díficultades y enfriarla con cerveza, eche humo como contratado/condenado. Y concluí que hay cosas que duelen, pero hay siempre una cerveza para consolarte (la cerveza debe ser acompañada por una porción de papas fritas y una buena conversación)
él se equivoco, Ella no lo mató.
Él es bello, él es perfecto, todas mueren por él y él no lo hace por nadie, él se sienta bajo la lluvia y espera que lo empape mientras fuma un cigarro, todos lo miran extrañado, pero siempre consigue la atención de una bella muchacha, él es diferente, es convergente, es divergente, él es lo que todas necesitan, él las escucha, las atiende y les dice "te quiero", luego las besa, las toca y las deja.
Él es un caballero, no tiene memoria y todas son amigas, nunca se compromete, él tiene fobia al término compromiso y cuando le siguen el ritmo se excita, cuando lo superan se asuta y deja las cosas, se pone su abrigo y se va.
Él es rockstar, él bebe cerveza y da besos alcoholizados, enamora a muchas y se enamora poco, pero cuando se enamoro de Ella "le dijo te quiero", le dijo "te amo", le dijo "te adoro" y Ella tomó su abrigo, se lo pusó y se fue... dio tres pasos y le dijo "yo le tengo fobia al compromiso"
Ahora él es cariñoso, ahora él es honesto, ahora él es atento y dice las cosas de corazón, ahora él teme enamorarse, antes lo aborrecia, y cada vez que dice "te quiero" recibe poco, recibe nada... él sufre y no lo dice, porque sólo puede pronunciar amor, cariño, él perdió su alma y Ella la usa de chaqueta, dice que la hace ver flaca.
Él se pregunta por qué Ella fue tan insensible y por qué no lo mató y sólo lo dejo morir.
Él es un caballero, no tiene memoria y todas son amigas, nunca se compromete, él tiene fobia al término compromiso y cuando le siguen el ritmo se excita, cuando lo superan se asuta y deja las cosas, se pone su abrigo y se va.
Él es rockstar, él bebe cerveza y da besos alcoholizados, enamora a muchas y se enamora poco, pero cuando se enamoro de Ella "le dijo te quiero", le dijo "te amo", le dijo "te adoro" y Ella tomó su abrigo, se lo pusó y se fue... dio tres pasos y le dijo "yo le tengo fobia al compromiso"
Ahora él es cariñoso, ahora él es honesto, ahora él es atento y dice las cosas de corazón, ahora él teme enamorarse, antes lo aborrecia, y cada vez que dice "te quiero" recibe poco, recibe nada... él sufre y no lo dice, porque sólo puede pronunciar amor, cariño, él perdió su alma y Ella la usa de chaqueta, dice que la hace ver flaca.
Él se pregunta por qué Ella fue tan insensible y por qué no lo mató y sólo lo dejo morir.
Eres o Eras !
Mientras antes encienda el cigarro más rápido se irá la angustia, es una pena ciega, sorda y cerrada... ácida, de esas que no se pueden escupir y cae con lágrimas de forma incontrolable, mientras los ojos de sal se desparraman en el rostro humedo de sosiego y dolor.
No digas que no me querias, lo veía en tus ojos, los veía honestos (aunque menos de lo que deseaba) en ningun momento me hicieron pensar que me mentias y que tú y tus ojos no me querian de verdad. Sabes lo que te espere, no puedes negarlo y se acabo todo cruel y rapidamente, todo porque te quería más... que irónico.
Me preguntabas a cada momento si te queria y eso me alegraba, me sonreia y te besaba, sabias cuanto te queria, lo sabias y lo preguntabas para que el momento de tu adiós no hubiera consuelo que valga, no hubiera pasión que revivir, sólo un beso a distancia y un te quiero desesperado.
Ahora tú me escucharas, te quiero aún, te quiero más, pero ojalá aparesca quien te diga "no te quiero" y tú si lo quieras, no lo digo por rencor ni nada similar, simplemente porque tal vez la decepción te haga saber lo que sentí y vuelvas con la cabeza encojida y yo pueda acariciarte y decir que todo acabo, que ya estoy contigo y besarte nuevamente con ternura... eso me gustaria besarte nuevamente con ternura. Si tú me pides que vuelva yo antes de responder estaré a tu lado y te abrazaré fuertemente, no te soltaré jamás, pero se que no pasara y lo único que puedo decirte, es que te quiero y que nunca conocere alguien como tú, alguien que me haga sentir alegría a bocanadas, besos dulces y fuertes al mismo tiempo.
Pero no te preocupes te seguire queriendo, te extrañare de sobremanera, pero llegara el momento que te olvidaré y tú habrás perdido un amor... sincero... bueno... tuyo.
Y te dejo un adiós con letras pequeñas, para que no lo leas, tal vez con eso puedas volver a mi y alguna vez poder escribirte una bienvenida.
Adiós, te quiero… espero que no por siempre.
No digas que no me querias, lo veía en tus ojos, los veía honestos (aunque menos de lo que deseaba) en ningun momento me hicieron pensar que me mentias y que tú y tus ojos no me querian de verdad. Sabes lo que te espere, no puedes negarlo y se acabo todo cruel y rapidamente, todo porque te quería más... que irónico.
Me preguntabas a cada momento si te queria y eso me alegraba, me sonreia y te besaba, sabias cuanto te queria, lo sabias y lo preguntabas para que el momento de tu adiós no hubiera consuelo que valga, no hubiera pasión que revivir, sólo un beso a distancia y un te quiero desesperado.
Ahora tú me escucharas, te quiero aún, te quiero más, pero ojalá aparesca quien te diga "no te quiero" y tú si lo quieras, no lo digo por rencor ni nada similar, simplemente porque tal vez la decepción te haga saber lo que sentí y vuelvas con la cabeza encojida y yo pueda acariciarte y decir que todo acabo, que ya estoy contigo y besarte nuevamente con ternura... eso me gustaria besarte nuevamente con ternura. Si tú me pides que vuelva yo antes de responder estaré a tu lado y te abrazaré fuertemente, no te soltaré jamás, pero se que no pasara y lo único que puedo decirte, es que te quiero y que nunca conocere alguien como tú, alguien que me haga sentir alegría a bocanadas, besos dulces y fuertes al mismo tiempo.
Pero no te preocupes te seguire queriendo, te extrañare de sobremanera, pero llegara el momento que te olvidaré y tú habrás perdido un amor... sincero... bueno... tuyo.
Y te dejo un adiós con letras pequeñas, para que no lo leas, tal vez con eso puedas volver a mi y alguna vez poder escribirte una bienvenida.
Adiós, te quiero… espero que no por siempre.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)