Botaste todo al papelero y luego lo cubriste de odio y asco, le diste un final no feliz, de no cuento, un final de no amor. Me di cuenta e hice lo de siempre, llore y me hice el desinteresado y luego, sólo luego, pude hacer nada, simplemente mirar como una historia se acaba, un cuento con trama dulce concluye amargo, una foto colorida se torna sepia y un sentimiento hermoso se oscurece para ser lo que no debería haber sido nunca.
Pero (en este caso un hermoso adversativo), no hay nada más que hacer, nada más que decir, las palabras se han gastado y los abrazos se enfriaron, ya no sirve pensar las cosas, sólo resta vivirlas… sobrevivirlas. Sólo y sólo tal vez fue bueno terminar en el fondo de tu papelero, pegado a un chicle y al lado de una cucaracha.
Sé que no me mataste y tampoco querías dejarme morir, pero (en este caso un triste adversativo) me dejaste convaleciente y ahora digo que Nietzsche siempre tuvo razón.
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